Entradas

Gym

  En Concepción llovía de lado y el viento me pegaba en la cara, me mojaba los lentes y me ilusionaba con el misterio que significa ver a alguien por primera vez.   Él era color habano, olía a madera bajo la lluvia y su boca se encontró con la mía tan rápidamente que me costó descifrar hacia donde seguir su lengua. Su boca sabía a dulce y tan solo con tocarla empecé a gemir, primero suavemente hasta que mi respiración se entrecortó y ya no podía hacer nada más que asentir. Levantó mi ropa y encontró mis pechos que estaban rebosantes y sensibles, tan dispuestos a que los mordiera que en cuanto se acercó yo comencé a fluir como un río. Me tomó del cuello y me preguntó: a esto querías venir? Yo solo gemía, no podía decir ni un sí, pero creo que entendió como mi cuerpo se doblaba cada vez que me apretaba un poco más.  Bajó su mano y me dijo: estás tan húmeda. Yo solo quería que me penetrara, pero me tomó del pelo y me bajó, me puso frente a su pene y pude sentirlo, estaba tan duro que podí
Este verano giraba con mi vestido negro antes de conocerlo. No me vas a creer si te cuento que llegó a mi puerta cumpliendo puede que la mayor fantasía que había albergado en mi mente inquieta. Es de esos hombres que son tan masculinos que te hacen sentir frágil como si a cualquier toque de sus manos pudiese quebrarte. Yo que soy pequeña y en apariencia delicada me sentí levemente temerosa ante su apariencia de vikingo exótico. "No hay nada que temer", pensé, las apariencias engañan y probablemente yo sea un desconcierto entre lo que alguien ve y lo que resisto.  Giraba en mi vestido negro ese día, un vestido amplio que no marcaba nada de mi contorno. La primera semana de enero se levantaba con un enorme sol que me llevó a no usar nada más que mi vestido esa tarde. Llegó a mi puerta, dos golpes, y ahí estaba yo mirándolo de frente. Qué belleza! pensé! hay hombres tan bellos que te cohiben y él es uno de esos. No sabía bien que hablar, ni que decir, en mi propia casa me sentí
  El invierno caía sobre la ciudad, la lluvia que desciende de lado y el viento hacían mecerse los árboles que podía ver desde mi ventana. Faltaba poco tiempo para verlo, estaba ansiosa, expectante, había tenido hace un par de noches un sueño extraño donde sentía que un rio fluia desde mí y yo me colgaba de un éxtasis sorprendente donde podía nadar y donde no había fin. Llevaba ese sueño conmigo escondido y esperaba revelarlo cuando me mirara con sus ojos intensos, probablemente sucedería, tenía esa escasa premonición como una gran certeza.  Su perfil siempre ha tenido algo que me encanta, será quizás la caída de su nariz, los colores que están entre el amarillo y el naranjo, en esa escala que decae justo desde su pelo revuelto hasta todo su cuerpo. Me subo al auto y lo miro de reojo y eso me basta para sentirme preparada, probablemente nunca había sentido esta conexión sexual tan profunda con alguien, pareciera que de alguna forma él sabe todos mis secretos y yo estuviera tan dispue