Gym
En Concepción llovía de lado y el viento me pegaba en la cara, me mojaba los lentes y me ilusionaba con el misterio que significa ver a alguien por primera vez. Él era color habano, olía a madera bajo la lluvia y su boca se encontró con la mía tan rápidamente que me costó descifrar hacia donde seguir su lengua. Su boca sabía a dulce y tan solo con tocarla empecé a gemir, primero suavemente hasta que mi respiración se entrecortó y ya no podía hacer nada más que asentir. Levantó mi ropa y encontró mis pechos que estaban rebosantes y sensibles, tan dispuestos a que los mordiera que en cuanto se acercó yo comencé a fluir como un río. Me tomó del cuello y me preguntó: a esto querías venir? Yo solo gemía, no podía decir ni un sí, pero creo que entendió como mi cuerpo se doblaba cada vez que me apretaba un poco más. Bajó su mano y me dijo: estás tan húmeda. Yo solo quería que me penetrara, pero me tomó del pelo y me bajó, me puso frente a su pene y pude sentirlo, estaba tan duro que podí